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JUAN CARLOS APITZ
En Twitter: @justiciapitz
opinion.eluniversal.com
Primeramente, todos los estudios cualitativos y cuantitativos pasados y recientes (IVAD, Datanálisis, Hinterlaces; Keller Y Asoc., GIS XXI), públicos y notorios, revelan que contrariamente al discurso oficial los perfiles sociodemográficos de los seguidores y opositores del presidente Chávez coinciden en muchos aspectos.
En efecto, los chavecistas, los no comprometidos y los opositores no tienen diferencias respecto de los valores que consideran fundamentales para la convivencia social. Todos creen en la honestidad, unión, paz, responsabilidad, sinceridad y el respeto mutuo. Tampoco aparecen diferencias significativas en cuanto a los deseos o aspiraciones, es decir, todos aspiran a empleos estables, salud, educación, vivienda y un mejor futuro para sus familias e hijos. Sin embargo, los chavecistas son los únicos que manifiestan inconformidad con su entorno social actual, expresando deseos de mudarse. Aunque no cifran realmente sus esperanzas en programas de mejoramiento de las zonas populares sino que, más bien, apuestan por su salida definitiva de éstas.
Por el contrario, el independiente se caracteriza por ser más joven, tener mejores niveles de educación y más acceso a Internet; y, sorprendentemente, pertenecer al estrato pobre no es predicción de una tendencia opositora, pues casi la mitad de quienes se identifican con la oposición son pobres, comparado con apenas una cuarta de los chavecistas o independientes. Así pues, el actual régimen ya no es el gobierno de los pobres que pretendía ser. Más aún, ya no se puede hablar de una asociación entre el liderazgo chavecista y las raíces étnicas de sus seguidores, ya que su grupo étnico no varía sustancialmente de la de los independientes y los opositores.
Por lo demás, esos mismos estudios revelan que los perfiles sociodemográficos de las bases de apoyo y rechazo al moderno Prometeo de Sabaneta no muestran diferencias significativas, con la excepción de su clase social: contrario a lo que se esperaría, la proporción del estrato pobre es mayor en las filas de la oposición que en las del chavecismo. En cambio, las personas no comprometidas o independientes se distinguen de esos dos polos en que tienden a ser más jóvenes y con mayor acceso a la educación formal.
Por otra parte, es importante destacar que los chavecistas no se caracterizan por poseer creencias y convicciones democráticas muy firmes, contrario a los independientes y opositores. También se detecta que éstos tienden a ser más intransigentes y estar dispuestos a recurrir a la violencia contra aquellas personas con opiniones diferentes. Se trata de violencia e intolerancia, como métodos para defenestrar al adversario, considerado como enemigo, y ganar así la preferencia popular.
Por último, nos toca entonces decirles a estos venezolanos quiénes y qué son, pero no decírselos a gritos.
www.juancarlosapitz.com
justiciapitz@hotmail.com
En efecto, los chavecistas, los no comprometidos y los opositores no tienen diferencias respecto de los valores que consideran fundamentales para la convivencia social. Todos creen en la honestidad, unión, paz, responsabilidad, sinceridad y el respeto mutuo. Tampoco aparecen diferencias significativas en cuanto a los deseos o aspiraciones, es decir, todos aspiran a empleos estables, salud, educación, vivienda y un mejor futuro para sus familias e hijos. Sin embargo, los chavecistas son los únicos que manifiestan inconformidad con su entorno social actual, expresando deseos de mudarse. Aunque no cifran realmente sus esperanzas en programas de mejoramiento de las zonas populares sino que, más bien, apuestan por su salida definitiva de éstas.
Por el contrario, el independiente se caracteriza por ser más joven, tener mejores niveles de educación y más acceso a Internet; y, sorprendentemente, pertenecer al estrato pobre no es predicción de una tendencia opositora, pues casi la mitad de quienes se identifican con la oposición son pobres, comparado con apenas una cuarta de los chavecistas o independientes. Así pues, el actual régimen ya no es el gobierno de los pobres que pretendía ser. Más aún, ya no se puede hablar de una asociación entre el liderazgo chavecista y las raíces étnicas de sus seguidores, ya que su grupo étnico no varía sustancialmente de la de los independientes y los opositores.
Por lo demás, esos mismos estudios revelan que los perfiles sociodemográficos de las bases de apoyo y rechazo al moderno Prometeo de Sabaneta no muestran diferencias significativas, con la excepción de su clase social: contrario a lo que se esperaría, la proporción del estrato pobre es mayor en las filas de la oposición que en las del chavecismo. En cambio, las personas no comprometidas o independientes se distinguen de esos dos polos en que tienden a ser más jóvenes y con mayor acceso a la educación formal.
Por otra parte, es importante destacar que los chavecistas no se caracterizan por poseer creencias y convicciones democráticas muy firmes, contrario a los independientes y opositores. También se detecta que éstos tienden a ser más intransigentes y estar dispuestos a recurrir a la violencia contra aquellas personas con opiniones diferentes. Se trata de violencia e intolerancia, como métodos para defenestrar al adversario, considerado como enemigo, y ganar así la preferencia popular.
Por último, nos toca entonces decirles a estos venezolanos quiénes y qué son, pero no decírselos a gritos.
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