Por Alfredo Yánez Mondragón
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Estaba cantado. Manuel Rosales carga sobre sus hombros el mérito de haber reconducido a un vasto sector de la población hacia la ruta electoral. Su promesa de "vamos a ganar y a cobrar", inyectó esperanza, y su gestión en el Zulia permitió pensar que sería posible un cambio. Dos años después; la campaña por las regionales; su nombre volvió a ser proyectado nacionalmente. El "desgraciaito" con el que fue recién bautizado; le dio una doble paliza al oficialismo en el Zulia: Retuvo la gobernación, y además ganó la alcaldía de Maracaibo.
El exilio en Perú, le alejó del país; aunque ha seguido vigente de manera virtual; con teleconferencias, cartas, y una activa cuenta de Twitter (@manuelrosalesg). Su más reciente aparición "pública" tuvo lugar en Panamá; donde los sectores de la socialdemocracia venezolana se reunieron para definir acciones conjuntas; y pasos puntuales de cada organización.
Hoy; voceros del partido Un Nuevo Tiempo han revelado lo que era evidente. La primera opción de esa organización la tiene Manuel Rosales.
La experiencia vivida en 2006 genera alguna animadversión, comprensible. Debe entenderse; en un país con expectativas tan altas a la hora de establecer las reglas para lo que será el proceso de selección de un candidato que enfrente al candidato oficialista en los comicios de 2012.
Sin embargo; lo que vivimos por estos días es la consecuencia lógica del paso que vamos a dar como colectivo. Hombres y mujeres que aspiran en legítimo derecho; comienzan a definir sus posturas. Ya lo hicieron Oswaldo Álvarez Paz y Antonio Ledezma; mientras que Henrique Capriles Radonski aguarda por las reglas del proceso para hacer el anuncio de algo que todos sabemos. Esto es democracia interna; esto es alternativa para votar, para elegir, para decidir.
Aún faltan nombres en el escenario. Henry Ramos Allup; Diego Arria, Salas; algún representante del recién creado Frente Progresista para el Cambio...
Ojalá que cuando se hagan los anuncios; en vez de salir a descalificar a los posibles candidateables; se revisen las credenciales. Los argumentos afloren; y comencemos entonces a mostrar que la madurez que le exigimos a los personajes visibles de la política nacional; ya la hemos adquirido nosotros.
A fin de cuentas; si no nos gusta Rosales; ni Capriles, ni Arria, ni... tan sencillo, como que podemos votar por el que reúna el perfil que se ajuste a nuestra visión del país; y al mismo tiempo, a la realidad que vivimos. No acudimos a un casting; vamos a una elección; a una jornada de decisión personal; que por más que se empeñen en vendernos como un hecho emocional; debemos convencernos de que se trata de una sentencia colectiva y racional.
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