Hay que entender que Chávez está determinado a no dejar la presidencia
WOLFGANG U. MOLINA
Twitter: @wolfgangumolina
eluniversal.com
Queremos creer que un nuevo presidente será electo en diciembre de 2012, que con la salida de Hugo Chávez el país se enrumbará hacia la paz y el progreso económico, resolviéndose así el problema básico de la política venezolana de los últimos 12 años: una polarización de todos los espacios de la vida pública, tan radical como absurda y estéril. Pero si no trabajamos arduamente para hacer realidad esa ilusión, nos orientamos a otro desengaño, por no decir a otro desastre. Para empezar, dos cosas se deben comprender.
Primeramente hay que tener claridad de propósito. Nada nos debe desviar del objetivo central: la salida de Chávez y la restitución de la democracia a la mayor brevedad y esto, de manera pacífica e institucional. Todos esperamos que sea en la ocasión de las elecciones de 2012, pero las elecciones no son el objetivo, la salida de Chávez sí lo es. Comprender esto no implica ser un desestabilizador, es entender que la patria está en peligro, que la Constitución es letra muerta, que no hay Estado de Derecho, ni división de poderes ni respeto a los derechos humanos, que la democracia ha sido traicionada.
En segundo término, hay que entender que Chávez está determinado a no dejar la presidencia. Hará todo lo que esté a su alcance, ético o no, legal o no, para desvirtuar un eventual triunfo de la oposición. Comparte con Gadafi, la férrea determinación de no dejar el poder. La historia reciente nos da razones para temer que incluso pueda recurrir a la violencia para lograrlo.
Para hacer posible el sueño de la salida democrática hay que lograr las condiciones. Es ineludible nombrar un nuevo CNE con un quinto miembro de consenso. No podemos darnos por vencidos. También requerimos un registro de electores depurado y reglas claras (cronogramas y fechas, separación de elecciones, inhabilitados, reglamento de propaganda, observadores internacionales, uso de medios oficiales, y una larga lista de etcéteras). Esta es realmente la prioridad no la agenda parlamentaria, ni las primarias ni la tarjeta única ni siquiera una propuesta programática consensuada. Nuestro programa es simple: paz y reconciliación entre los venezolanos, respetar los derechos humanos y cumplir la Constitución.
Evidentemente Chávez no hará concesiones si no presionamos. Nuestra táctica debe ser la calle. Calle y más calle. Una vez más los estudiantes han mostrado el camino. Un puñado de muchachos valientes han conseguido que Chávez haga llamados al diálogo, libere presos políticos y haga gestos de distensión. No son demostración de talante democrático sino un cálculo político. Esto demuestra que la única cosa que realmente le inquieta es que la oposición tome la calle.
El único diálogo que puede haber con el Gobierno es la negociación para lograr esas condiciones. Ya los estudiantes están movilizados, ahora es el turno de los sindicatos. Debemos aprovechar el descontento social por las promesas incumplidas. Seguirán las madres desamparadas de Blandín. La MUD debe hacer alarde de una "audacia responsable", solo así el pueblo llano seguirá.
wolfgangumolina@gmail.com
WOLFGANG U. MOLINA
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Queremos creer que un nuevo presidente será electo en diciembre de 2012, que con la salida de Hugo Chávez el país se enrumbará hacia la paz y el progreso económico, resolviéndose así el problema básico de la política venezolana de los últimos 12 años: una polarización de todos los espacios de la vida pública, tan radical como absurda y estéril. Pero si no trabajamos arduamente para hacer realidad esa ilusión, nos orientamos a otro desengaño, por no decir a otro desastre. Para empezar, dos cosas se deben comprender.
Primeramente hay que tener claridad de propósito. Nada nos debe desviar del objetivo central: la salida de Chávez y la restitución de la democracia a la mayor brevedad y esto, de manera pacífica e institucional. Todos esperamos que sea en la ocasión de las elecciones de 2012, pero las elecciones no son el objetivo, la salida de Chávez sí lo es. Comprender esto no implica ser un desestabilizador, es entender que la patria está en peligro, que la Constitución es letra muerta, que no hay Estado de Derecho, ni división de poderes ni respeto a los derechos humanos, que la democracia ha sido traicionada.
En segundo término, hay que entender que Chávez está determinado a no dejar la presidencia. Hará todo lo que esté a su alcance, ético o no, legal o no, para desvirtuar un eventual triunfo de la oposición. Comparte con Gadafi, la férrea determinación de no dejar el poder. La historia reciente nos da razones para temer que incluso pueda recurrir a la violencia para lograrlo.
Para hacer posible el sueño de la salida democrática hay que lograr las condiciones. Es ineludible nombrar un nuevo CNE con un quinto miembro de consenso. No podemos darnos por vencidos. También requerimos un registro de electores depurado y reglas claras (cronogramas y fechas, separación de elecciones, inhabilitados, reglamento de propaganda, observadores internacionales, uso de medios oficiales, y una larga lista de etcéteras). Esta es realmente la prioridad no la agenda parlamentaria, ni las primarias ni la tarjeta única ni siquiera una propuesta programática consensuada. Nuestro programa es simple: paz y reconciliación entre los venezolanos, respetar los derechos humanos y cumplir la Constitución.
Evidentemente Chávez no hará concesiones si no presionamos. Nuestra táctica debe ser la calle. Calle y más calle. Una vez más los estudiantes han mostrado el camino. Un puñado de muchachos valientes han conseguido que Chávez haga llamados al diálogo, libere presos políticos y haga gestos de distensión. No son demostración de talante democrático sino un cálculo político. Esto demuestra que la única cosa que realmente le inquieta es que la oposición tome la calle.
El único diálogo que puede haber con el Gobierno es la negociación para lograr esas condiciones. Ya los estudiantes están movilizados, ahora es el turno de los sindicatos. Debemos aprovechar el descontento social por las promesas incumplidas. Seguirán las madres desamparadas de Blandín. La MUD debe hacer alarde de una "audacia responsable", solo así el pueblo llano seguirá.
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