Carolina Jaimes Branger / El Universal
La frase no es mía, pero la suscribo desde la “a” hasta la “z”. La corrupción se ha apoderado de Venezuela. No es sólo el gobierno, que ciertamente ha incurrido en robos y desfalcos gigantescos, que ha dejado como niños de pecho a todos los corruptos del pasado. También son corruptos de baja calaña algunos miembros de alta sociedad, que ni cortos ni perezosos, han hecho –y siguen haciendo– negocios con los chavistas. Recuerdo las primeras elecciones municipales después de que Chávez ganó la presidencia. Yo estaba en la playa de Chuao esperando a que frieran unas empanadas en un quiosco. Dos señoras que estaban detrás de mí hablaban animadamente de un conocido que había sido electo como miembro de un concejo legislativo. “Si este muchacho no aprovecha esta oportunidad que le da la vida para hacerse rico, es porque es un idiota”, dijo una. La otra asintió. Yo me sentí muy mal por el comentario, pero me sentí peor de que lo hicieran como si fuera algo loable y publicable. No estaban hablando en voz baja. CLIC AQUI para seguir leyendo...
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