Mi amiga Laura Carvallo y yo tomamos el tren que va hasta la estación de Sabella en Barcelona, España. Frente a nosotras se sienta una pareja. Cuando nos escuchan conversar, de inmediato y casi al unísono nos preguntan si somos venezolanas. “Nosotros también”, nos dicen con un dejo de tristeza. Pronto descubrimos que es la tristeza del que ha emigrado, que trata de explicar las razones por las que dejó su patria…
Carolina Jaimes Branger / Noticiero Digital
No sé cuántos venezolanos se habrán ido, pues obtener cifras ciertas en estos momentos es misión imposible. Pero no deja de llamar la atención que dos personas que se sienten frente a uno en un tren sean venezolanas, con tantas personas que se mueven a diario en los trenes catalanes. “Ustedes no pueden irse de regreso a Venezuela, ¿para qué se van a ir, para que las maten?… ¡quédense aquí!”, nos dijo él con angustia. Más que angustia, era casi un ruego. CLIC AQUI para seguir leyendo...
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