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En opinión de algunos analistas, la persona que represente a las fuerzas democráticas para los comicios de 2012 debe ser capaz de despertar la pasión del ciudadano y romper el vínculo emocional y de deuda moral que tiene el electorado chavista
Por: David Ludovic Jorge
talcualdigital.com
La dicotomía forma versus contenido, presente en cualquier manifestación del pensamiento humano, adquiere una dimensión adicional en la política, donde se traduce como la complementariedad que debe haber entre los conceptos políticos, su aplicación y las características naturales de la persona que los aplica.
Si bien es cierto, como sostienen muchos precandidatos opositores sobre todo aquellos con más edad y experiencia política que escoger una "cara bonita" carente de proyecto político sería un error, no más acertado sería contar con un programa de gobierno sin un líder.
Éste, sin embargo, debe estar alejado del concepto mesiánico del término, pero tener las características personales y políticas que lo conviertan en un adversario capaz de derrotar todo el aparato del Estado que empleará su maquinaria para garantizar la permanencia de Chávez en el poder.
Así, el candidato unitario debe tener cierto perfil que incluya características tanto personales como políticas, que se materialicen en su forma de hacer campaña: tanto la necesaria para obtener la nominación unitaria como para afrontar la contienda presidencial.
Pero, el elemento carismático no puede estar ausente. Así opina Oswaldo Ramírez, director de la empresa de consultoría política ORC, quien considera inevitable este factor, pues lo emocional forma parte ya de la cultura política del venezolano.
No obstante y aunque admite que "en Venezuela muchas veces se escoge por carisma, incluso por belleza física, y luego el venezolano se siente defraudado", Ramírez sostiene que el candidato debe ser capaz de despertar esa pasión y romper el vínculo emocional y de deuda moral que, a su juicio, tiene el electorado chavista. "No es una tarea fácil: implica cambiar la cultura política".
Por su parte, Luis Vicente León, director de la encuestadora Datanálisis, aclara que este elemento carismático no es exclusivo del venezolano, y considera innecesario el debate entre racionalidad y emocionalidad.
"En al menos 15 estudios que hemos realizado en 20 años sobre cuáles son las características del líder, suele verse que es distinto lo que verbalizan los encuestados y cómo se comportan al momento de votar. Se trata de un asunto de química en esa conexión, que sí existe", admite.
León explica que hay varias formas de lograr esa química o conexión, pero que indudablemente hay factores, como el de la edad, que puede facilitar el proceso, aunque admite que han existido excepciones, como Rafael Caldera que, además de tener un carisma derivado del autoritas, era impensable que en su segunda candidatura representara irreverencia contra el pasado, pero sin embargo así fue".
Por: David Ludovic Jorge
talcualdigital.com
La dicotomía forma versus contenido, presente en cualquier manifestación del pensamiento humano, adquiere una dimensión adicional en la política, donde se traduce como la complementariedad que debe haber entre los conceptos políticos, su aplicación y las características naturales de la persona que los aplica.
Si bien es cierto, como sostienen muchos precandidatos opositores sobre todo aquellos con más edad y experiencia política que escoger una "cara bonita" carente de proyecto político sería un error, no más acertado sería contar con un programa de gobierno sin un líder.
Éste, sin embargo, debe estar alejado del concepto mesiánico del término, pero tener las características personales y políticas que lo conviertan en un adversario capaz de derrotar todo el aparato del Estado que empleará su maquinaria para garantizar la permanencia de Chávez en el poder.
Así, el candidato unitario debe tener cierto perfil que incluya características tanto personales como políticas, que se materialicen en su forma de hacer campaña: tanto la necesaria para obtener la nominación unitaria como para afrontar la contienda presidencial.
Pero, el elemento carismático no puede estar ausente. Así opina Oswaldo Ramírez, director de la empresa de consultoría política ORC, quien considera inevitable este factor, pues lo emocional forma parte ya de la cultura política del venezolano.
No obstante y aunque admite que "en Venezuela muchas veces se escoge por carisma, incluso por belleza física, y luego el venezolano se siente defraudado", Ramírez sostiene que el candidato debe ser capaz de despertar esa pasión y romper el vínculo emocional y de deuda moral que, a su juicio, tiene el electorado chavista. "No es una tarea fácil: implica cambiar la cultura política".
Por su parte, Luis Vicente León, director de la encuestadora Datanálisis, aclara que este elemento carismático no es exclusivo del venezolano, y considera innecesario el debate entre racionalidad y emocionalidad.
"En al menos 15 estudios que hemos realizado en 20 años sobre cuáles son las características del líder, suele verse que es distinto lo que verbalizan los encuestados y cómo se comportan al momento de votar. Se trata de un asunto de química en esa conexión, que sí existe", admite.
León explica que hay varias formas de lograr esa química o conexión, pero que indudablemente hay factores, como el de la edad, que puede facilitar el proceso, aunque admite que han existido excepciones, como Rafael Caldera que, además de tener un carisma derivado del autoritas, era impensable que en su segunda candidatura representara irreverencia contra el pasado, pero sin embargo así fue".
EN LO PERSONAL: JOVEN PERO CAPAZ
Más allá de las opiniones de precandidatos, el tema etario sí será algo determinante en la decisión del electorado de continuar o no apoyando el proyecto político de Chávez.
Pero no se trata simplemente de escoger o no un candidato joven o viejo, sino de la posibilidad que tenga el aspirante (sea cual sea su edad) de deslastrarse del pasado político del país.
"Es evidente que un candidato de la llamada `cuarta república’ va a tener que cargar un peso muerto para su precandidatura bastante grande. Hay un deseo de algo distinto del pasado, y eso es algo que ves en las encuestas, cuando en los primeros cuatro lugares aparecen personas jóvenes, y los precandidatos no tan jóvenes prácticamente no aparecen", explica el politólogo y profesor universitario José Vicente Carrasquero, quien añade que esta necesidad de cambio es una deuda no reciente en Venezuela.
"Hay un proceso de cambio aún latente, que quedó frustrado en 1999", comenta. El factor "pasado" es un tema más de percepción que de realidad política, como se evidencia, por ejemplo, con la alta posición en las encuestas de la que disfrutan Pablo Pérez y Henrique Capriles Radonski, quienes, pese a haber formado parte también de ese pasado como señalan algunos de sus adversarios en la MUD han logrado deslastrarse de él y presentarse como rostros nuevos, lo que les ha permitido ser
Los dos líderes que encabezan las encuestas, según los más recientes sondeos de Consultores 21. Por ello, en vez de "joven o viejo", Ramírez prefiere emplear el término "innovador", al referirse a las características personales, e incluso de plan de gobierno.
"Se habla de rechazar un candidato `viejo’ porque se asocia la edad con no ser dinámico. Pero incluso, aquellos precandidatos de más edad, si quieren posicionarse, tienen que conseguir formas innovadoras de abordar la política", sugiere.
Ramírez también explica la razón por la que puede plantearse el rechazo a los llamados "candidatos del pasado": "quienes fueron, por ejemplo, responsables de una crisis o debacle económica, y no tienen un pasado limpio, es difícil que tengan una buena percepción actualmente", sostiene.
La juventud, sin embargo, no es excusa para una falta de buena asesoría. "El candidato unitario debe ser alguien que sepa oir, tomar en cuenta las posiciones de otros actores políticos que puedan dar un aporte. Ese ha sido otro de los problemas de Chávez: en efecto era una cara nueva, pero no se supo juntar y buscó gente que no sabe nada de los temas que les competen, como Rodríguez Araque o Giordani", comenta Carrasquero.
Ramírez, por su parte, aclara que debe haber un balance entre la innovación y la experiencia, por lo que hace énfasis en la necesidad de "hacer equipo" y así, a la vez, distanciarse del modelo de liderazgo personalista.
"Si cierras las puertas a las personas experimentadas, cuando llegue la hora de la verdad o una crisis, muchas veces no habrá innovación que valga".
Dos características adicionales le agrega Carrasquero al eventual candidato unitario en lo personal y profesional: buen estadista y buen gerente. "Como estadista me refiero a una persona que pueda prometerle al país una visión que él pueda describir como la de una Venezuela que en seis años logre mejorar en el aspecto político, social y económico. Esa visión se va a ir viendo en el discurso político y en las propuestas del candidato".
"El candidato debe estar a la altura: tener la determinación de `llevar el barco a puerto seguro’, es decir, tener la firme intención de mejorar el país, no quedarse en la mera aspiración", comenta, por su parte, Ramírez.
Por otra parte, sobre el aspecto gerencial, hay que destacar la importancia que tendrá la experiencia previa del candidato en cargos públicos: "Siempre va a haber ventaja inicial en un candidato que haya ejercido algún tipo de cargo; no hay que olvidar que Chávez no ejerció ninguno antes. Nosotros votamos por alguien sin experiencia y pagamos lo que pagamos", acota Carrasquero.
EN LO POLÍTICO: INCLUYENTE Y ASTUTO
"No hablarle al ombligo de la oposición" es la principal recomendación que hace Oswaldo Ramírez al discurso unitario. La inclusión debe ser la principal bandera del adversario de un Chávez que, como recuerda Carrasquero "permanentemente juega a la división".
Luis Vicente León agrega que "no puede ganar el planteamiento de que cualquier cosa es mejor que Chávez, porque los que terminan definiendo la elección son los independientes, que no están de acuerdo con eso, porque si así fuera serían opositores y no independientes".
En este aspecto entra un concepto manejado por el también politólogo John Magdaleno: triangular las audiencias. "El candidato tiene que hablarle a un público mucho mayor que la oposición. Parece de Perogrullo, pero no lo es", aclara.
Su opinión la basa en ejercicios numéricos que hace a partir de sondeos recientes y que le permiten estimar que para ganar con una votación lo suficientemente holgada "digamos 8% de diferencia entre oposición y chavismo", el candidato opositor debe convencer a aproximadamente uno de cada diez de los que se autodefinen como chavistas, "eso sin incluir a más de la mitad de los no alineados y a la totalidad del voto opositor".
Agrega Magdaleno que esta búsqueda del voto no opositor implica tener la capacidad de "intentar incorporar al proyecto del candidato lo que la opinión pública le atribuye al contrario como una fortaleza".
Se trata de un tema que el candidato unitario debe manejar en conjunto con el de la campaña y las políticas públicas, que, para Ramírez, no pueden obviar los planes sociales impulsados por el gobierno, sino "seguir invirtiendo en ellos pero hacer ese gasto más eficiente".
Para Carrasquero, la campaña será, "relativamente", uno de los aspectos menos complejos, pues "nunca un Presidente la había puesto tan fácil en términos de mala gestión como Chávez".
Aclara el politólogo que una campaña respecto a la gestión del actual mandatario no implica ataques personales. "A Chávez hay que dejarlo tranquilo, pero hay que hacer ver la incapacidad que tuvo para resolver los problemas básicos de seguridad, vivienda, educación... sobre los que la oposición no deberá únicamente criticar sino realizar propuestas, que sean a la vez audaces y creíbles".
Al respecto, León sintetiza en que la única polarización que podría darle resultado al candidato opositor es la de presente vs. futuro. "Hay que presentar una verdadera renovación y cambio; cualquiera que quiera parecerse a Chávez a seguir siendo copia", asevera.







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