Carolina Jaimes Branger / La Verdad
Pequeño Oliver, no te tocaba
El 26 de febrero de este año una imagen le dio la vuelta al mundo: la del niño Oliver Sánchez, quien con su coquito pelado y un tapabocas sostenía una pancarta que decía “quiero curarme”. Una cantidad de policías lo rodeaban. Muchos se preguntarían para qué tantos policías rodeaban a un niño enfermo, pero ésa es una de las miles de preguntas sin respuestas de la Venezuela de hoy. Tal vez la Historia las responderá. Estaban allí porque el alcalde del Municipio Libertador, Jorge Rodríguez, había prohibido la marcha de quienes exigían medicamentos. Para mí resulta incomprensible que si nuestra Constitución consagra el derecho a la salud y a la protesta, un alcalde prohíba que se marche exigiendo medicamentos. Pero aún más incomprensible me resulta cuando ese alcalde es médico, porque los médicos saben de primera mano lo que sucede cuando un remedio no llega a tiempo. En nuestro país mueren de mengua infinidad de pacientes, cuyos nombres e historias no conocemos, pero cuyas muertes tienen nombre y apellido: los de todos aquellos que reiteradamente se han negado a declarar la emergencia humanitaria para que lleguen los medicamentos que se necesitan. CLIC AQUI para seguir leyendo...
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