Manuel Malaver / La Razón / Noticiero Digital
Siempre que un dictador asustadizo, escurridizo y advenedizo como Maduro se ve en dificultades, inventa un diálogo, una coartada que, al par de permitirle mostrarse amplio y abierto para buscarle con la oposición soluciones a los problemas del país, le ofrece la ventaja de ganar tiempo y sobrevivir por los años que le plazcan en el poder. Por eso, en la ruta de los dictadores hacia “el diálogo”, nada más importante que elegir a los promotores, a los auspiciadores, a los amigos monitoreables que, camuflándose de “imparciales”, aparecen llamando a las partes a reunirse, a dialogar, a discutir, mientras se hacen la vista gorda cuando el dictador los alarga, los boicotea, los entorpece, los frustra, y acusa a la oposición de ser una fuerza violenta, golpista y enemiga de la paz y la negociación. CLIC AQUI para seguir leyendo...
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