Fausto Masó / El Nacional
Nicolás Maduro anda tan perdido como el hijo de Lindbergh. Le dio la vuelta al mundo sin saber que decir al llegar a Caracas; parece un misterio la razón por la Chávez lo designó sucesor. ¡Qué mal manejó su viaje! Una ocasión para presentarse como un estadista que se asociaba con grandes figuras mundiales, terminó pareciendo un simple asomado. Pudo haber dicho la verdad desde el comienzo, ando tratando de subir los precios del petróleo; prefirió sugerir que volvería con un montón de plata, algo imposible. Es demasiado fácil comentar las contradicciones de Maduro, ninguna tan patética como el miércoles pasado cuando envió un mensaje desesperado, ¡invocó la ayuda de Dios! dijo que Dios proveerá. CLIC AQUI para seguir leyendo...
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