Alexander Cambero / El Nacional
Nuestra desgracia del último tiempo no es fruto del azar. Los arcanos no marcaron el derrotero venezolano inspirados en la malignidad del hechizo. Lo que acontece es simplemente la instauración de un modelo primitivo que privilegia la destrucción nacional, buscando imponer una doctrina sobre el cadáver humeante de la republica. Toda una máquina que tritura los huesos de la ilusión para devolvernos una nación con profundas heridas que serán difíciles de restañar. Es como una puñalada que todos los días reabre sus ansias de volver a punzar sobre el costado agujereado. La mano invisible de la frustración social vuelve una y otra vez a dejar escapar toda la maldad que emana de corazones entenebrecidos por décadas de venganzas. La herencia maldita del régimen se mantiene con la firmeza pétrea de las ideologías de la mentira más cruel. Se hicieron del poder y de esa forma lograron el botín. Un cuantioso tesoro que llegó para hacerlos potentados. CLIC AQUI para seguir leyendo...
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