Es la propuesta de la lucha de clases, llevada al pavimento de las calles caraqueñas
ROBERTO GIUSTI | EL UNIVERSAL
Si usted le pregunta a un automovilista caraqueño qué sentimientos le inspiran los motorizados de la ciudad, casi seguro su respuesta girará alrededor de los peores epítetos que, para ser suaves, podríamos resumir en una palabra: aversión. Injusta o no, con alguna porción de esos venezolanos, trocados en verdadera fuerza de ocupación, la realidad es que a la aversión se une el sentimiento vergonzante del miedo. Miedo a atropellarlos y no solo por el daño que le puedes infligir a uno de esos suicidas urbanistas, sino por la suerte que estás condenado a sufrir si por obra de las malhadadas estadísticas de manera involuntaria lanzas contra el pavimento a uno de ellos. Lea el Artículo Completo AQUI ...
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