El viacrucis del comisario Iván Simonovis, puede terminar como el dramático final de Hugo Chávez. Es decir, no solo muerto, sino olvidado por aquellos que lamentan su calamitosa situación actual. El expresidente caído es alguien que solo un sector recuerda, cada día que pasa es más tumba y olvido, el régimen trata de perpetuarlo en el corazón de la gente. Sin embargo, su performance en la tierra se enfrenta con una realidad que terminó lanzándolo al rincón de los peroles viejos. En muchos edificios aparecen sus gigantografías, frases y alguna referencia a su gestión como gobernante. La realidad hace que los protagonistas no sean los fantasmas de la casa del horror, no vivimos entre las páginas amarillentas de un cuento de Edgar Allan Poe. Se acabó la luna de miel con su recuerdo, el país terminó por dejarlo de lado más rápido de lo pensado. Una semana duró la conmemoración de su natalicio, actividades que no tuvieron mayor relevancia en la vida nacional. Las poquísimas personas llevadas a los actos se mostraban aburridas de tanto disparate disfrazado con visos de inmortalidad. El gigante terminó tirado por el peso de la penosa realidad venezolana, los pies de barro no aguantaron el armatoste de billete de la corrupción sosteniendo una ilusión mesiánica. Ver Artículo Completo ...
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