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Edgar Gutiérrez
runrun.es/polytica
La semana pasada, aprovechando una invitación al programa “Entre Periodistas” de Televen, adelanté una consulta vía twitter sobre un tema que aunque no ha se ubicado en el tope del debate electoral, próximamente tendrá gozará de unos momentos estelares. Me refiero a la utilización por parte de la Oposición de una Tarjeta Única (TU) para competir en las elecciones presidenciales de 2012.
La historia reciente
Ya hacia finales de 2009, Voluntad Popular fue la primera organización que sugirió públicamente su utilización, pero tal iniciativa no prosperó en el seno de la recién conformada Mesa de la Unidad Democrática. Luego de las elecciones parlamentarias de septiembre el tema salió de la agenda electoral opositora hasta que en enero de este año en el marco de su aniversario, el partido COPEI planteó que para las elecciones presidenciales de 2012 debería ser parte importante de la política electoral de la MUD. Su presidente, Roberto Enríquez planteó para ese entonces que “hay motivos suficientes para dejar a un lado las ‘aspiraciones individuales’, con el fin de derrotar ‘el autoritarismo y la imposición’, por la vía democrática”.
El tema volvió a ser objeto de controversia por la negativa de algunos líderes de otros partidos. En principio, Henry Ramos Allup asumió la vocería de AD para rechazar la propuesta y por su twitter personal afirmó que “tarjeta única es igual a PSUV; lo importante es tener un solo candidato, y eso lo definiremos en las primarias”, pero al cabo de un tiempo hubo un cambio de posición en esa tolda y el propio Ramos la confirmó al declarar públicamente que “hemos llegado a la conclusión de que se puede proponer la tarjeta única para presidente, incluso para gobernadores y alcaldes, eso sí, que los partidos conserven su tarjeta para los cuerpos deliberantes”. Varios partidos de la alianza todavía no han comunicado oficialmente su posición al respecto sobre el tópico, pero se conoce que para este momento tanto Primero Justicia como Podemos no están de acuerdo con la misma.
Extraoficialmente, la última información a la que he tenido acceso es que a nivel presidencial, los votos en la MUD podrían favorecer a la TU a nivel presidencial, pero siempre manteniendo a nivel regional y local el uso de las distintas tarjetas de todos aquellos quienes integran la alianza de partidos opositora.
Consulta en Twitter
La consulta que adelanté –por supuesto, sin ningún valor estadístico– fue tremendamente interesante. La polémica y las posiciones divididas se notaron claramente: los que apoyan fervientemente la iniciativa argumentaron que sirve para a) aunar esfuerzos, b) concentrar fuerzas y evitar que el elector se confunda, c) unificar más a la oposición y d) facilita el proceso para mercadear el voto por el candidato opositor. Otros por el contrario, aducen que: a) la utilización de esa táctica debilita a los partidos, pues se “perdería en un mar” de tarjetas oficialistas y que como consecuencia de ello, b) el efecto psicológico para el elector sería devastador, c) es un desestímulo pues no se incentiva a los partidos a conseguir hasta el último voto y d) podría confundir, pues muchos buscarán en el tarjetón los colores clásicos de los partidos y que al momento de sufragar nunca las conseguirán.
En principio, razones bien fundamentadas de lado y lado. No faltaron las opiniones que expresaron que ese debate era mucho más trascendental para las elecciones parlamentarias y varios –no pocos– despacharon la discusión afirmando que no era central para el debate electoral. Mi conclusión sobre ese pequeño debate en Twitter es que aún no existe mucha claridad y “unificación” en torno a cuál debería ser la estrategia dominante a emplear y que parecieran que los argumentos a favor como en contra son muy buenos. ¿La Tarjeta Única colocaría a la Oposición frente a un dilema?
Ventajismo e Ilegalización
En el programa de Televen, en el que tuve oportunidad de compartir con Cristóbal Fernández Daló de Podemos y Héctor Dávila del PSUV, aprecié algunas de esas mismas posturas por parte de estos voceros, en particular el opositor. Daló piensa que el oficialismo adelantará la inscripción de muchos “partidos de maletín” para inundar el tarjetón con la cara del Presidente Chávez, mientras la oposición, si decide ir con una sola tarjeta, estaría aislada en el instrumento electoral y además, en un posición poco privilegiada producto del ventajismo que impera en el Consejo Nacional Electoral. Dávila fue más allá y afirmó tajantemente que si los partidos opositores van con una sola tarjeta, para el año 2013 todos ellos serían invalidados y deberían recabar firmas para legalizarse nuevamente ante el CNE. Una tesis de la que discrepo, pues la elección que sirve para ese propósito es la parlamentaria de 2010 y de hecho, varias organizaciones están sometidas actualmente a ese proceso de reinscribirse ante el organismo electoral.
En ese mismo programa, adelanté que en lo personal aprecio pocas señales de que esa decisión prospere en el seno de la MUD pues veo pocos incentivos políticos que beneficien a la oposición en esa dirección sobre todo, si el CNE amenazara con una presunta ilegalización. No obstante, el cambio de posición de AD y las alianzas que se tejen a lo interno de los principales partidos, podría reproducir la votación que se escenificó para la decisión sobre la fecha de las primarias: Primero Justicia quedaría aislado junto con su aliado circunstancial. También afirmé que el debate sobre la TU es un poco sustantivo, porque hay cosas más importantes que resolver por ahora, como por ejemplo la definición de un cronograma electoral claro que sirva de marco normativo para todos los actores políticos involucrados y sobre todo, para todos los ciudadanos que merecen ser informados sobre cuándo y cómo serán convocados a las urnas para escoger Presidente, Gobernadores, Diputados Regionales, Alcaldes y Concejales en 2012.
En todo caso, aunque explicaré más adelante por qué considero que el debate sobre la TU no es central, por ahora me gustaría detenerme a examinar los principales argumentos que he presentado a lo largo de las líneas precedentes, a favor y en contra.
Una contra muchas
El “riesgo” que supone asumir una sola tarjeta de oposición contra muchas del oficialismo en el instrumento electoral está latente. No tengo la menor duda que el chavismo intentará adelantar esta estratagema para “inundar” todos los espacios y proyectar que son mayoría. Decenas de partidos creados especialmente para la ocasión servirían para instrumentar este mecanismo. Seguramente la discusión que tendrá lugar sobre la posición en el tarjetón no estará exenta de polémica, pues la oposición estará en condiciones desfavorables y no podrá escoger una ubicación estratégica (alguna de las tres esquinas) para facilitar la votación de sus electores. Si no me equivoco en este sentido, no habría otra alternativa que estar en el centro, rodeada de organizaciones que además tendrán palabras relacionadas a la “Unidad” para seguir enredando.
Sin embargo, en este tarjetón estará la cara del candidato y eso no podrá modificarse bajo ningún precepto. ¿Habrá alguna manera que Hugo Chávez se parezca al candidato de la MUD? Lo dudo muchísimo. Sobre la ubicación, soy uno de los convencidos que un diseño suficientemente atractivo y distintivo ayudaría a los electores a saber dónde está ubicada su tarjeta y por supuesto, la comunicación electoral deberá hacer especial énfasis en todos estos elementos para “educar” a los votantes. Muchas veces ha ocurrido esto. ¿Un ejemplo? La propia elección parlamentaria. A pesar de las “malas posiciones”, las tarjetas de los partidos opositores recibieron millones de votos, producto de la información que se procuró y se divulgó para ese entonces. Mi experiencia profesional en esta materia me obliga a advertir que aunque haya obstáculos, éstos siempre son superables si este proceso es bien conducido de manera masiva y sobre todo directa para con los votantes. Millones de volantes indicando dónde votar subsanarían esta situación. ¿Cuál es la clave? Mucha, mucha información.
Incentivos o desincentivos para las maquinarias partidistas
Es un buen punto, millones de personas están acostumbradas a votar por color y buscarán las tarjetas por las que han sufragado históricamente. Cierto. Pero también es cierto que si lo anterior se lleva a cabo (la operación de comunicación), también los electores entenderán por qué, cómo y dónde votar. Mucho diálogo y enseñanza cara a cara podrán superar este escollo. Viéndolo detenidamente, es una extraordinaria oportunidad para que cientos de miles de personas salgan a las calles y les indiquen a los votantes cómo votar adecuadamente. Si la oposición finalmente irá con sus tarjetas propias a nivel regional y local, pues los incentivos están sobre la mesa para que los simpatizantes y militantes mantengan su comportamiento histórico. No debemos olvidar que la elección presidencial es la que mayor interés y movilización genera entre los venezolanos y que aún si la información no le llegase a algunos venezolanos interesados en participar, de igual forma irán a buscarla donde esté. De nuevo, la comunicación electoral es la protagonista de esta historia.
Ilegalización de los partidos de oposición
Esta es la mayor amenaza para los defensores de la tesis de la TU. Aunque insisto, legalmente esto no podría ser adelantado por el CNE, lamentablemente las condiciones políticas de asimetría me obligan a no descartarla. En condiciones normales, los partidos autónomamente podrían decidir subsumirse en un solo instrumento de votación sin el riesgo de una eventual ilegalización. Lamentablemente y no me canso de decirlo, no estamos en un país normal. Este es quizás el mayor incentivo para que las organizaciones políticas terminen decidiendo al final que no es conveniente su utilización. Estoy seguro que lo que hizo Héctor Dávila en ese programa fue “enviar un telegrama” para disuadir a los actores políticos: Ya este año varios partidos que no alcanzaron la votación suficiente el pasado 26 de septiembre están obligados a presentar firmas en unas condiciones mucho más difíciles que en el pasado. La posibilidad de que eso ocurra en el 2013 está ahí. La Ley de Partidos Políticos, Reuniones Públicas y Manifestaciones “habla de elecciones nacionales” y la discrecionalidad del ente electoral es hoy sinónimo de que cualquier cosa podría ser empleada para perjudicar a las toldas opositoras. No es una decisión fácil ante esta “espada de Damocles” que pende sobre sus cabezas.
Mensaje de Unificación y Desprendimiento
Comunicacionalmente es un gran punto. Ciertamente enviaría un mensaje de desprendimiento de todos los factores de oposición en torno a la consolidación de una sola oferta y un solo candidato, dejando sus símbolos y colores “para otra ocasión” u otro evento electoral. Es quizás el argumento más fuerte de quienes apoyan esta política electoral. De hecho, fue el argumento con el que COPEI lo ha propuesto públicamente y ha logrado adeptos en su causa, después que originalmente Voluntad Popular lo presentó para las parlamentarias. La idea es sugerente, pero jugando al “abogado del diablo”, electoralmente es irrelevante si la alianza que se constituye desde la perspectiva de las postulaciones es perfecta. Si todos los partidos con sus propias tarjetas tienen el mismo rostro del candidato y todas ellas suman hacia la misma causa, eso comunicacionalmente también puede ser comunicado como la “mayor muestra de Unidad histórica” que se haya visto. En el fondo, si el proceso persuasivo que se adelantará es bien ejecutado, se lograrían los mismos objetivos por cualquiera de las dos vías (TU y múltiples tarjetas). Todos los puntos, como ven, siempre me conducen a hablar de comunicación. Es allí donde esta el corazón de este debate. Lo más importante no es en definitiva la mecánica, sino cómo se explique la misma. Más importante que la Tarjeta Única es la realización de una “Campaña Única”.
Lo importante es una “Campaña Única”
La ejecución disciplinada, centralizada y profesional de una “campaña única” sí debería ser la obsesión de los factores opositores. La experiencia parlamentaria que analicé en su momento es algo de lo que se debe aprender: hay cosas que no se deben hacer: cada partido independientemente comunicando con códigos, consignas y mensajes distintos sólo ayudan a confundir. Eso ocurrió. No debería suceder nuevamente.
Pocas ideas y conceptos potables, sencillos y repetidos sistemáticamente es una fórmula que está inventada desde hace mucho tiempo en la praxis electoral. Nada nuevo estoy afirmando. Afortunadamente el tipo de elección y la creación de un comando unificado del candidato que eventualmente sea el más votado en las elecciones primarias, serán factores que ayudarán a lograr la disciplina necesaria para esta tarea. La campaña única, que debe ser adaptada eficazmente para regiones y localidades, parroquias, urbanizaciones, pueblos, barrios y caseríos debe ser la mayor concreción fáctica de la Unidad electoral.
La tarjeta única, al final del día, no es lo sustantivo. Es sólo un factor que podría ayudar a comunicar algo que bien puede lograrse por otras vías, por supuesto, si las cosas se hacen bien.







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