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Los antipáticos zarandeos internos de la MUD aún no producen un efecto devastador
ARGELIA RÍOS
Twitter @argeliarios
opinion.eluniversal.com
La correlación de fuerzas es muy pareja. Urgido de desprenderse, Chávez adelantó la campaña para ganar tiempo en el restablecimiento de los nexos que se le han resquebrajado en el camino. Ahora mismo se encuentra solo en el campo y no desaprovechará la circunstancia. Rezagados como están sus adversarios -que decidieron postergar la selección de su abanderado para dentro de casi un año- no tienen otra oportunidad que hacer de las primarias una jornada esperanzadora: un proceso que, en sí mismo, le describa al país la naturaleza sólida de lo que ha de sobrevenir tras la revolución. Por lo pronto nada de eso es lo que se observa. La unidad, que tanto esfuerzo ha costado, se está viendo ensombrecida por factores cuyo discurso desdice, por completo, de su compromiso con la construcción de condiciones para una victoria segura. El ambiente es impenetrable... y los silencios ante el desaguisado, estridentes.
Lo que ha dicho recientemente el insospechable profesor Antonio Pascuali da en el clavo: una importante franja de venezolanos opuestos al "proceso" viene descreyendo, cada vez más, de lo que conocemos como "oposición". Podría decirse que se sienten como ovejas sin pastor. No sólo han perdido el afecto y la confianza, sino algo más importante: la certeza de que exista algo a lo que pueda considerarse como tal y de que ese "algo", de verdad, esté trabajando con decisión para ganarle a Chávez en 2012. Los antipáticos zarandeos internos de la MUD aún no producen un efecto devastador, pero existe la posibilidad de que ocurra. Algunas figuras -jugando al antiguo caciquismo, en la brega de una candidatura que les ha de llegar casi "por derecho divino"- contribuyen al escepticismo alrededor de la consistencia de la unidad, lo que termina llevando agua a los molinos del chavismo.
El desapego está en el ambiente y quienes lo sienten no son capaces de identificar ya al eje unificador de la oposición. La perplejidad, generada por la charlatanería insultante de algunos jefes partidistas, es un dato de la realidad: su corolario podría ser la desmoralización de al menos una parte del electorado opositor -justo la aludida por Pascuali-, claramente proclive a convertirse hacia el agnosticismo, al poner en duda la existencia de una dirección política comprometida, sin rodeos, con el triunfo. La MUD necesita que la gente haga apostolado con su candidatura. Así como Chávez se esmera en mantener a su "lecho de roca" -y en ampliar sus públicos electorales-, a la oposición le toca hacer lo propio, porque el descreimiento -producto de los excesos de algunos figurones- impedirá que las primarias sean lo que deben ser: una demostración de "lo mejor" que la "alternativa democrática" le ofrece a los venezolanos. Por lo que parece, hasta la MUD necesita coaching.
Argelia.rios@gmail.com
ARGELIA RÍOS
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La correlación de fuerzas es muy pareja. Urgido de desprenderse, Chávez adelantó la campaña para ganar tiempo en el restablecimiento de los nexos que se le han resquebrajado en el camino. Ahora mismo se encuentra solo en el campo y no desaprovechará la circunstancia. Rezagados como están sus adversarios -que decidieron postergar la selección de su abanderado para dentro de casi un año- no tienen otra oportunidad que hacer de las primarias una jornada esperanzadora: un proceso que, en sí mismo, le describa al país la naturaleza sólida de lo que ha de sobrevenir tras la revolución. Por lo pronto nada de eso es lo que se observa. La unidad, que tanto esfuerzo ha costado, se está viendo ensombrecida por factores cuyo discurso desdice, por completo, de su compromiso con la construcción de condiciones para una victoria segura. El ambiente es impenetrable... y los silencios ante el desaguisado, estridentes.
Lo que ha dicho recientemente el insospechable profesor Antonio Pascuali da en el clavo: una importante franja de venezolanos opuestos al "proceso" viene descreyendo, cada vez más, de lo que conocemos como "oposición". Podría decirse que se sienten como ovejas sin pastor. No sólo han perdido el afecto y la confianza, sino algo más importante: la certeza de que exista algo a lo que pueda considerarse como tal y de que ese "algo", de verdad, esté trabajando con decisión para ganarle a Chávez en 2012. Los antipáticos zarandeos internos de la MUD aún no producen un efecto devastador, pero existe la posibilidad de que ocurra. Algunas figuras -jugando al antiguo caciquismo, en la brega de una candidatura que les ha de llegar casi "por derecho divino"- contribuyen al escepticismo alrededor de la consistencia de la unidad, lo que termina llevando agua a los molinos del chavismo.
El desapego está en el ambiente y quienes lo sienten no son capaces de identificar ya al eje unificador de la oposición. La perplejidad, generada por la charlatanería insultante de algunos jefes partidistas, es un dato de la realidad: su corolario podría ser la desmoralización de al menos una parte del electorado opositor -justo la aludida por Pascuali-, claramente proclive a convertirse hacia el agnosticismo, al poner en duda la existencia de una dirección política comprometida, sin rodeos, con el triunfo. La MUD necesita que la gente haga apostolado con su candidatura. Así como Chávez se esmera en mantener a su "lecho de roca" -y en ampliar sus públicos electorales-, a la oposición le toca hacer lo propio, porque el descreimiento -producto de los excesos de algunos figurones- impedirá que las primarias sean lo que deben ser: una demostración de "lo mejor" que la "alternativa democrática" le ofrece a los venezolanos. Por lo que parece, hasta la MUD necesita coaching.
Argelia.rios@gmail.com
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